Cuando todo el mundo mira al Perú cómo la vitrina económica donde todo lo, que representa cifras macroeconómicas brilla en “oro”, la calidad del empleo, es un viejo lastre para nuestra economía, que, afecta la productividad laboral y la sostenibilidad del crecimiento, dicho de otra manera, el crecimiento no está generando una mejor calidad de empleos que requieren la mayoría de los Peruanos.
Los datos proyectados al 2022 del INEI, señalan que el 53% de la población total (unos 17 millones) constituyen la oferta laboral del País, y este tamaño aumenta a un ritmo de 461 mil personas / año, con una tasa de crecimiento de promedio anual de 2.5%, y se estima que la PEA en el 2022 ascenderá a 19 millones de personas. ¿Qué significa esto?, Que la economía peruana debe ser capaz de generar cada año, 297,000 empleos y que la sociedad peruana y sus empresas, tienen que generarlo.
¿Cuál es la realidad laboral del País?
De acuerdo con la información publicada por el Ministerio de trabajo y promoción al empleo (MTPS), al 2022, del total de la PEA ocupada, el 67% tiene un empleo formal, y el 67% está subempleado, mientras que la PEA desocupada bajó al 4.1%, es decir, hay más de 8 millones de personas subempleadas y sólo 6 millones adecuadamente empleadas.
Es importante señalar que más de la mitad de la población Peruana gana el salario mínimo (930 soles mensual), solo un 30% de la población laboral, está en planillas, el resto está en la informalidad (perse, la informalidad en las PYMES llega al 90%) y sólo el 6% de los empleados pagan el 89% de los impuestos. Si antes de la pandemia los jóvenes tenían una tasa de desempleo de 9% cuando la tasa promedio era de 4,5%, ahora que la tasa de desempleo es de 6%, los jóvenes tienen una tasa de 14%. Por eso tenemos 1,5 millones de jóvenes (que ni trabajan ni estudian).
Si bien, el empleo informal en el Perú ha retrocedido en 8% entre los años 2010 y 2020, teniendo un menor nivel de trabajo informal en la región, mejor al Paraguay, Costa Rica, Argentina, Brasil, Bolivia y Chile, este ratio hay que mirarlo con cuidado, ya que el crecimiento ha sido cinco veces mayor, hoy tenemos una economía, 50% más grande que hace 10 años, sin embargo, no ha sido capaz de reducir la informalidad con mayor impacto.
La disminución del empleo informal, tiene razón en el crecimiento y la estabilidad económica del País, además, de un mayor acceso de la población a mejores salarios y educación. La informalidad se refiere a trabajadores sin derecho a prestaciones sociales y trabajadores por cuenta propia, según especifica el Informe Regional: “La situación del mercado laboral detrás de la transformación de América Latina”, presentado por el Banco Mundial.
Si bien, la informalidad laboral ha disminuido en el País, todavía hay un gran sector de la masa laboral que realiza su trabajo en condiciones inadecuadas.
La calidad del empleo, principal indicador de la productividad laboral, representa una porción mínima de los Peruanos, los trabajadores mejores remunerados tradicionalmente siempre han provenido del sector minero formal y del sector financiero: sin embargo, el empleo que generan estos dos sectores, es ínfimo, en el caso de los Bancos no llega a las 95 mil personas empleadas, y en el sector minero, al 2020 la cifra no pasa de 170 mil personas empleadas, (el 1.1% de la PEA). A diferencia del sector agricultura que emplea a 4 millones 767 mil personas, lo que representa el 32.6% de la PEA. Los demás sectores concentran el 62% restante (9 millones 671 mil personas), que habitualmente es el empleo generado por las Pymes.
El gran empleador es el sector privado, y básicamente está concentrado en el sector no estructural de la economía -Comercio y servicios- donde casi la mitad es absorbido por las Mypes, el 7% trabaja en el sector público, mientras que el 33% es trabajador independiente.
El trabajo calificado, representa menos de tercera parte de la masa laboral ocupada, Los profesionales representan la quinta parte de la “masa” laboral, los vendedores el 23%, los artesanos y operarios, el 20% los trabajadores de servicios el 20% y el resto, es mano de obra no calificada.
De acuerdo con la Sociedad Nacional de Industrias, “si no hay trabajo calificado en el Perú, las empresas no crecerán”, el trabajo calificado no es suficiente, este puede representar un “cuello de botella”, para el desarrollo económico. La posibilidad de que las empresas de 50 a más trabajadores no encuentren personal calificado es de 50. %, según cifras del Ministerio de Trabajo. “Lo mismo está comenzando a suceder en las empresas medianas y pequeñas donde, de cada tres candidatos, solo uno cumple los requisitos para ser contratado”,
Ingresos
El promedio de ingresos en el sector privado del empleo formal está en 1998 soles, mensuales, según la planilla electrónica del MTPE a julio del 2020, mientras que, en el subempleo, en 750 soles. Los ingresos en el sector privado varían de acuerdo a la tamaño de la empresa, así en las empresas de mayor tamaño es de 2700 soles y en las empresas de menos de 10 trabajadores, de 1500 soles, y en el sector público de 1900, El promedio de la PEA ocupada es de 1500 soles.
En el 2019, de acuerdo con la información del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el ingreso real promedio per cápita mensual se ubicó en S/ 1057 a nivel nacional, registrando una tendencia hacia el alza durante el período de análisis 2010-2019. Esto representó un aumento de 16,3 %, respecto al nivel alcanzado el año 2010 (S/ 909); sin embargo, el 2020 el ingreso real promedio per cápita se ubicó en S/ 837 registrando una disminución de 20,8 % respecto al año 2019 y de 7,9 % respecto al 2010.
Por otro lado, los costes no salariales que enfrentan las grandes empresas alcanzan el 54% adicional a las remuneraciones que pagan al personal. Según el WEF, (Foro Económico Mundial, siglas en ingles) el Perú ocupa el puesto 48 de 148 países en la calificación de eficiencia del mercado laboral, en conclusión, seguimos teniendo todavía una fuerza laboral barata y sobrecostos laborales altos.
Demanda laboral insuficiente
De acuerdo con el MTPE, la razón por el qué muchos profesionales y técnicos en el País no están laborando en lo que estudiaron, se debe a las distorsiones en las carreras profesionales que ofrecen las Universidades Peruanas, que no corresponden a la demanda laboral actual. Un ejemplo clásico de lo que sucede con el subempleo, son los miles de taxistas con títulos profesionales, cuyas realidades evidencian que la inversión realizada por las familias en brindarles una carrera no dio los frutos esperados en ingresos, desarrollo profesional y ascenso social.
Las carreras más subutilizadas son Derecho, Economía y Administración, así como aquellas que forman profesores, técnicos en ciencias matemáticas, estadística e informática, ingenieros, secretarias y telefonistas. De acuerdo con este ministerio, la mayor demanda de empleo en Lima en los próximos años estará vinculada a los servicios, comercio y la industria.
Propuestas
Es importante que el Estado, Empresas y Universidades armonicen bien en lo que esperan como calidad de profesionales y mano de obra, en función a ello, se desarrollen líneas de políticas maestras para generar una oferta laboral de mayor calidad, las Universidades debe acercarse más a la empresa en el País, (no esperar a que las empresas lo hagan). La investigación es un campo fértil que debe unir a la empresa y la Universidad. El Estado, más que aplicar políticas de aumento de la remuneración mínima vital (que no representan solución al problema) debe fortalecer las Universidades Públicas, fomentar la transferencia tecnológica de pasantías con Universidades del exterior y fomentar las becas de estudio.
Paralelamente diseñar mecanismos que permitan disminuir los costos laborales (que son altos para el Perú), a fin de incentivar a la empresa privada a formalizar a sus trabajadores especialmente en el sector de las Pymes que representa el grueso de la economía, finalmente esto conduce a una mejor calidad de empleo y es fuente de mejor calidad de vida para los Peruanos.
Por su parte, los empresarios deben asumir proyectos de responsabilidad social de manera más agresiva a fin de que la productividad de las empresas también mejore, sustancialmente y ergo ayude mejorar la calidad de los empleos en el Perú.