Las empresas se asemejan a las aguas. No siempre están calmas, a veces se ponen turbulentas, la falta de previsión financiera y de una gerencia adecuada, es una de las mayores razones, por las cuales muchas empresas caen en una situación de insolvencia o quiebra forzada.
La insolvencia de una empresa, se produce cuando esta deja de hacer frente a sus obligaciones financieras, cuando la empresa deja de pagar sus deudas en los plazos establecidos, prolongados una situación de tira y afloje con los acreedores que finalmente pueden terminar forzando la quiebra de la empresa.
Sin embargo, el hecho de que la empresa ingrese a un estado de insolvencia no queda desvinculado de sus acreedores, estos disfrutan de ciertos derechos legales que aseguran su cobro, siendo el embargo de sus activos, la acción más común.
Sin deuda no puede haber quiebra, si la deuda, dependiendo de la magnitud y de los ratios de deuda /patrimonio, y deuda /activo neto, conducen a una liquidez crónica primero y luego a la quiebra forzada, si no hay dinero fresco que le haga salir a flote. ¿Por qué entonces emiten deuda las empresas? La razón es que la deuda es menos costosa que el capital propio, ya que los pagos de los intereses son deducibles para efectos tributarios, es decir a la hora de la deducción, la deuda tiene prelación sobre los fondos propios en caso de suspensión de pagos.
En la mayoría de países, las leyes de quiebra otorgan a los acreedores el derecho de embargo sobre los activos del deudor que no cumple con las condiciones del préstamo. Sin declaración de quiebra, los reclamos entre los activos de su acreedor se presentan por orden de prelación, en el caso peruano, la ley de insolvencia financiera establece que la deuda a los trabajadores tiene prelación sobre los proveedores, y el Estado.
Al margen de la quiebra, un problema adicional que se plantea a la empresa en insolvencia, es el posible desmantelamiento de una empresa viable, cuando los acreedores no cooperan entre sí, y se apresuran a embargar los activos de la empresa, en este caso, los acreedores pierden la diferencia entre el valor de la empresa en marcha y el valor de la liquidación de los activos. Lo que se traduce en una transacción desfavorable para los actuales titulares de la deuda, los directivos y acreedores puede ser incapaz de llegar a un acuerdo favorable sobre las condiciones de reestructuración de una deuda.
Liquidación vs. Reestructuración
Independientemente de que la empresa se liquide vendiendo sus activos por separado o todo como paquete, los ingresos se distribuyen en primer lugar entre los acreedores, con el máximo orden de prelación hasta que hayan recibido la totalidad de sus créditos.
Otorgar a los acreedores preferentes, el derecho de decidir si la empresa sigue funcionando o se liquida, no es lo recomendable, ya que los acreedores pueden querer la realización inmediata de sus créditos, independientemente de que esta opción, maximice el valor para la empresa.
Por otro lado, transferir la decisión a los acreedores no preferentes, directivos y propietarios tiene pocas probabilidades de permitir que el grupo transfiera valor desde los restantes grupos, al pago de la deuda. Los propietarios no tienen ya ninguna participación en el capital, de la empresa, ya no tienen nada que perder y pueden aventurarse en proyectos arriesgados, con la vana esperanza de mejorar las cosas. De allí que es común que el tribunal designe un experto externo, un administrador judicial, para tome la decisión.
En general una empresa que se reestructura extrajudicialmente, sin llegar a declarase en insolvencia dedica menores recursos y asegura una tasa de recuperación de su deuda más elevada que una empresa liquidada. Con todas las empresas pueden optar por solicitar la declaración de insolvencia, dependerá de los problemas específicos de la empresa, la celebración de un acuerdo extrajudicial habitualmente tiene un menor costo.